20 de mayo de 2011

Nimrod y Jonas (Casualidades)




El interior del coche era, en contraste con la carrocería, literalmente una pocilga. Olía a tabaco y a vinagre, y cualquiera sabe a qué más. Nimrod abrió un palmo la ventanilla del lado del pasajero y puso música clásica a un volumen alto, prendió un cigarrillo, se abrochó el cinturón de seguridad y arrancó el vehículo al segundo intento. Hacía un día soleado y Jonás percibía cómo le agradaba conducir a su extraño compañero, también percibió algo en su manera de fijar la vista en su alrededor, lo controlaba todo de manera excepcional. Quizá Nimrod no sabría jamás lo que era, pero Jonás sí que lo sabía, era un Tajgamasid, un observador.

No parecía tener un destino, conducía por el mero placer de conducir, le encantaba escuchar música mientras que su alrededor cambiaba con rapidez. Cuando el semáforo de una menguada avenida le obligó a parar, bajó el volumen del radiocedé desde el panel de mandos del volante y mantuvo pisado el pedal del embrague a pesar de dejar la palanca de cambios en posición de punto muerto. Jonás apuntó este hecho como un posible hábito, cualquier detalle era importante. El semáforo torno a verde y el mundo visible comenzó a moverse hacia atrás. Ningún pensamiento parecía pasearse por la mente de Nimrod, segunda marcha, sólo observaba. Cuentakilómetros digital: 35; track 2/12; mujer que se aproxima a paso de peatones, pantalón de tejido denim, camisa, fular en tonos crema, amplio cinturón... Nimrod frena con antelación suficiente, pero desconocidas alarmas se activan en su cabeza, algo no va bien. Mira a la chica cruzar, ¿quién es? ¿por qué esa mezcla de emociones ante una desconocida?

Jonás lucha por contenerse, por no saltar a la primera fila. Sabe que aunque lo hiciera, Alhadira no sería capaz de reconocerlo en el ovalado rostro de Nimrod, pero le cuesta un mundo contenerse, desea saltar, desea hablar con Alhadira, tiene que hacerlo, le queman las entrañas...

Nimrod contempla el pelo recogido color manzanilla de la chica y un tatuaje difuso en la nuca que parece un yinyan descolorido. Cree estar seguro de no haberla visto antes, pero se le hace muy familiar. Uno de los coches hace sonar el claxon, ya no hay nadie cruzando pero a Nimrod aún le cuesta un rato reaccionar. La chica se gira y mira en dirección al Seat León amarillo con ojillos curiosos y aparta rápidamente la mirada. Jonás sabe que Alhadira lo ha reconocido, como también sabe que ella no es consciente de haberlo hecho. Nimrod suelta medio embrague y el mundo vuelve a ir quedándose atrás. Jonás intenta tranquilizarse en tanto Nimrod comienza a hacerse miles de preguntas.





1 comentario:

  1. El observador... Tajgamasid...

    ¡Pues claro que lo reconoció! ¡cómo olvidar esos ojos!

    Nimrod se hace preguntas... ¡lleva un observador dentro!

    ¡Quién le iba a decir que Alhadira, casualmente, cruzaría la calle!

    ¡Cómo no reconocerse! Sería descabellado barajar otra opción.

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