En Járiga la imaginación es cierta. Tan cierta como las piedras parlantes y el muerto errante en la mañana.
28 de mayo de 2011
Nimrod y Jonás (Causalidad)
El rostro de Alhadira aparece una y otra vez en las imágenes mentales de Nimrod y a éste le parece una mujer muy hermosa. Se esfuerza en ubicarla en algún lugar: quizá la hubiera visto en algún bar o en algún comercio; pero no obtiene resultados convincentes. Y sin poder evitarlo sigue repasando lugares en los que quizá pudiera haber coincidido con ella.
Jonás no quiere pensar, solo intenta tranquilizarse. Si los arrebatadores sentimientos se apoderan de su ser estará perdido mucho antes de que se de cuenta, y no sabrá cómo enfrentarse a Nimrod. Bohemundo le advirtió del peligro que corre un enlazador si es descubierto por un Saksakayan, así es como se denominan a los cuerpos poseídos, y Jonás intuía que en este caso las cosas podían ser mucho peores. Nimrod era un observador de los buenos, así que dedicó todas sus fuerzas a olvidar la imagen de Alhadira y a seguir discretamente en la trastienda, enlazando esos tenues hilos que afloraban en los recuerdos de Nimrod.
Descubrió que la compleja personalidad de Nimrod se forjó durante una infancia repleta de irrealidades. Era un chico demasiado imaginativo, ninguno de los recuerdos que Jonás vislumbraba parecía real, por lo menos no parecían pertenecer a la realidad común. Su madre tenía siete rostros distintos mientras que los rostros de su padre eran incontables. Los hilos de los que tiraba Jonás eran menudos como átomos, pero de brillantes colores. Tiró de seis hilos, luego agarró dos más y por último encontró uno un poco más grueso que el resto, y blanco de perla pulida, también tiró de él.
Nimrod comenzó a sustituir la imagen de la chica por recuerdos infantiles que afloraban como muertos vivientes, una gran madeja de cortas escenas se apoderaban sin saber cómo de sus pensamientos: una pelota rodaba hacia un rosal florido en el pequeño patio interior de la casa de sus padres; un gran zoológico de insectos metidos en tarros de cristal con la tapa perforada pasaba por sus ojos, había hormigas, arañas, lombrices, avispas, incluso una libélula, gusanos de seda y varias luciérnagas atrapadas la noche anterior, sus bichos estrella; unas manos ponían sobre su frente un trapo humedecido con agua templada y luego unos labios le besaban la mejilla; una voz lo llamaba a gritos desde la calle...
Pero Nimrod era testarudo y cabezota, una parte de él insistía con vehemencia en averiguar quien era esa chica y luchaba por dejar de recordar, simplemente no le parecía el momento adecuado. Le empezaba a doler la cabeza, apenas si estaba concentrado en la conducción. El rostro de la chica quiso aparecer dentro de sus recuerdos de niño y eso no estaba bien, nada bien. A pesar de haberlo visto con antelación, la confusión mental no le permitió reaccionar con rapidez...
Jonás se estaba dando toda la prisa que podía, los hilos eran largos como carreteras pero tan débiles que temía partirlos con cualquier mal gesto. Si uno de ellos llegaba a quebrarse destrozaría para siempre la personalidad de Nimrod y un buen enlazador no debía cometer esos errores. Había escuchado casos de personas a las que no les había afectado, pero la mayoría enloquecían o se acababan suicidando; y en estos últimos casos, el enlazador que habitaba esa mente se quedaba atrapado nadie sabe donde. Mejor no correr riesgos. Como una estatua de piedra en el centro de una plaza contempló Jonás lo que veían los ojos de Nimrod, tampoco a él le dio tiempo de nada. La flecha invertida del ceda el paso parecía apuntar directamente al coche amarillo que circulaba a demasiada velocidad hacia la intersección. Un confiado y enorme gigante rectangular se acercaba por la izquierda y milésimas de segundo después en el rostro de Nimrod brotó un campo de amapolas y todo quedó a oscuras. Jonás solo podía escuchar el exterior, nada más.
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Publicado por
Rove Rivera
el
28.5.11
Etiquetas:
Alhadira,
Entremundos,
Jonás,
Nimrod
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¿Es eso lo que pasa cuando los recuerdos pueblan nuestra mente? ¿Dónde está el observador? ¿Dónde el enlazador?
ResponderEliminarComo no duerma dándole vueltas al asunto...
Genial. Te superas día a día.
Mil abrazos enlazados y enlazadores.
No te quedes sin dormir por eso, mujer!!! Je je je!!!! Si me supero cada día, no voy a tener más remedio que acordarme de la madre que me parió...
ResponderEliminarQué maravilla de descripción... me doy la vuelta y me apetece, irremediablemente, enlazar... sin tregua... enlazar y enlazar...
ResponderEliminarLa causalidad, amigo Rove, que no deja indiferente a ningún ser viviente.
Evadir la mente... ummmm... sé que es una pauta indispensable para enlazar de una forma coherente y sin daños externos pero ¿es siempre posible?
Ojú...oscuridad... ummm ¡ojú!