1 de febrero de 2012

De papel albal



Imagen de Leonardo Barbosa (Stock.XCHN)


Hoy parece que Dios ha envuelto el mundo en papel albal. Lo sé porque el cielo tiene el color mate del reverso de la lámina. Y no solo lo ha envuelto, creo que también lo ha metido en el congelador de los mundos porque hace un frío de dedos morados que se me está metiendo entre las todavía pequeñas arrugas de mi rostro. Arrugas que poco a poco se van haciendo más grandes.

Lo que más me gusta por la mañana es contemplar la cama deshecha, si eres paciente como las estatuas, bueno, no tanto, pero si eres un poco paciente, puedes escuchar la templada dicción del calor residual que dejan los cuerpos; también puedes ver los zigzagueos inducidos por el amor, por los sueños, por las pesadillas, por el insomnio. De ellos queda impreso en las sábanas su historial con caligráficas arrugas.

Por eso sé que las arrugas que bordean mis ojos se están haciendo más grandes. Se hacen inmensas con el llanto contenido y con la carcajada. Y como una cama bien hecha se quedan estiradas cuando me pongo serio o sin expresión. Así está el mundo en este momento, envuelto en una arrugada bola de papel albal; el mundo y tú, tú también. Te estoy imaginando. Y es que puedo contemplar la periferia de tus ojos sin que siquiera estés aquí. La piel de alrededor debió de arropar anoche tu mirada y hoy se te ha debido olvidar hacer la cama. No te preocupes, las arrugas son sutiles... ¿duermes acaso en sábanas de seda? Ya sé que no.

Tus arrugas me dicen que tuviste un sueño de aluminio y luna, de esos que tienen la luz difusa, esa luz que parece estar acompañada de niebla, ya sabes, la luz de los sueños. Me dicen que intentabas correr y correr porque tenías prisa por despertar. Así que dormiste poco. Eso se nota en aquella arruga con forma de uve invertida. Esa no, aquella, la que hicieron tus pies mientras corrías. Sí, lo sé, es una forma de hablar, ya sé que si hubieras corrido en la cama con solo dos zancadas habrías terminado en el suelo. Me refiero a tus sueños, a los arrugados, a los que cuando eras pequeña les dabas valor y ya han quedado caducos hasta para la memoria. Me refiero a esos sueños porque son lo que eres. Sobre ellos te despiertas todos los días, los miras con prisa o con la costumbre desatenta y entonces los sacudes, los estiras y les pones encima el edredón y la almohada bien colocada. Por último, le pasas las mano y alisas toda la superficie, no vaya a ser que quede alguna arruga.


6 comentarios:

  1. Pasar por encima de los sueños, estirándolos y dejándolos sin arrugas...es lo mismo que pisarte a ti mismo el corazón y marcar los tacones de aguja en él, para que no se nos olvide que dejarlo latir consecuentemente nos regalaría demasiados cambios...ayyyy ¡benditos cambios!

    Cuando me miro al espejo y descubro una arruga más uffff me "jarto" de sonreir, me gustan... pero no me molesto en explicarlo, hay gente que se pone triste por la belleza de lo real... creo... que no saben mirar y se pasan el día entero haciendo la cama...

    MUUUUAAAAAA

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    1. Gracias, María! Voy a intentar pisarme el corazón, si es que tengo que hacerlo, cuando esté descalzo. :-)

      Un beso to arrugao to arrugao

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  2. magnifico Rove¡¡¡¡¡¡ me encantan estas metáforas... a lo mejor las arrugas.. se van haciendo más grandes de tanto observar¡¡¡¡ mil besos¡¡¡

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    1. Fíjate tú... ¿nos veremos pronto, no? Bueno, nos observamos

      Bss!!

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  3. Preciosas arrugas. Como te dice Mama-Tere, esas metáforas son encantadoras.
    Besicos muchos.

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