Montículos de sal en el Salar de Uyuni, Bolivia. (Foto: Luca Galuzzi - http://www.galuzzi.it) |
Me preguntó que si sabíamos amar,
y entonces una gran ola
ribeteada de espuma
nos arrastró hasta su cama.
Nuestros cuerpos,
frágiles veleros en un océano de sábanas,
navegaron ambas pieles.
Y resultó que sí,
que sabíamos a mar.
Y además de tener ese sabor salado, rewsutó que hiciste un poema precioso.
ResponderEliminarBesicos muchos.
Gracias miles, Nani. Un abrazo!
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