4 de agosto de 2013

Diego e Iván (Utopías)





Photo credit: lu6fpj / Foter / CC BY-NC-SA


-No creí que esta serie de despidos me fuera a pesar tanto. No te he contado lo peor, además del rechazo de mi amigo dos personas se han quitado la vida, supongo que a causa de su edad pero solo supongo… ¿No podían haber aguantado un poco más? ¿No era suficiente con la indemnización y la cobertura por desempleo de dos años? ¡Se ve que no!
¿Sabes cómo se perpetúa en ralentí la culpa? Yo sí. Es el mismo ruido que subyace en el silencio de las ciudades o en las cercanías de una central eléctrica, un murmullo contaminante que la mente ignora y que envilece el corazón de pura tristeza. Sé que te has percatado de que escondo algo en la mano izquierda. Esto que guardo hace que me excite, como bien puedes observar. Pero no es el objeto en sí, sino el poder que encierra el que me provoca. Tú eres mi elegido, aceptaste el pago y con él los hechos, ahora dime, basta con que muevas la cabeza: ¿Quieres complacer mi fantasía?

Maniatado y asustado los pensamientos de Iván dan vueltas y vueltas en una gran rotonda sin elegir ramal de salida. La meada hace que la piel se le irrite contra el pantalón, le duele la mandíbula y la columna. Le gustaría retroceder en el tiempo y rechazar la llamada que le hizo Diego, tenía que haber sido más precavido pero tal cantidad de dinero… Si antes intuía que esto no era un juego, el hecho de ver sus muñecas vendadas y sangrantes lo precipitaba a una confirmación sin dudas. ‘¿Me ha preguntado si quiero complacer sus fantasías? Claro que no, cómo voy a querer. Pero ¿tengo otra opción?’

La cabeza de Iván asiente y Diego interpreta resignación en su lenguaje corporal. Eso le gusta, le gusta sentirse poderoso y tener la capacidad de transmutar las decisiones personales en contra de lo que el individuo desea. Comienza a masturbarse a los ojos de ese ser anulado que tiene delante, sabe que aún puede hundirlo más. Está tan excitado que no tarda en eyacular, lo hace sobre la cara de Iván. Seguidamente se postra de rodillas frente a él. -¿O sea, que quieres complacer mi fantasía, verdad? Maldito embustero… Está bien, lo harás. Como puedes comprobar te sangran las muñecas. Tranquilo, tardarás mucho rato en desangrarte, te ajusté bien el vendaje. Ahora, vas a contemplar la segunda parte de mi fantasía. Si hay algo que me excita es la perspectiva, imaginar qué pasará. Me gusta más imaginarlo que verlo. Así que sobre esa base complacerás mi fantasía. Voy a imaginarlo mientras tanto.

Se acerca hasta el altavoz y sube un poco el volumen. Se sienta en el borde de la bañera y pasa la mano sobre el agua. Sin decir nada se mete dentro de la bañera, se reclina hacia atrás y exhala una nota de placer. Vuelve la cabeza hacia Iván y lo mira durante unos minutos, luego le dice: Me excita la perspectiva de saber cómo saldrás de ésta, si intentas levantarte de la silla, te asfixiarás a ti mismo; si no haces nada te irás desangrando tan lentamente que no sé si morirás antes desangrado o de sed y además no puedes gritar para pedir auxilio. Pero estoy seguro de que al final conseguirás salir de este embrollo, y esa es mi fantasía. Te lo diré mejor: Mi fantasía es imaginar que lo consigues.

Diego muestra el objeto escondido en su mano izquierda, le satisface el cambio de expresión en el rostro de Iván, y sin más se raja ambas muñecas. El agua de la bañera se tiñe mientras que Diego sonríe plácidamente.



2 comentarios:

  1. En fin... esto es lo que me pasa cuando termino de leerte... ¡qué coño te digo! lo tendré que dejar para nuestro próximo encuentro... mientras tanto voy a aflojar la mandíbula y a intentar recuperar la respiración acompasada... (si me vieses la cara no tendría que escribir nada).

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  2. Si te viese la cara tendríamos que estar echando una cerveza fresquita; así que llevas razón, no tendrías que escribir nada...

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