Photo credit: titoalfredo / Foter / CC BY-NC-SA |
La canción entró por algún resquicio en la mente de Jonás fundiéndose con el enteogénico aceite de oniria, y aunque el enlazador no dormía, nítidas imágenes se iban formando en esa especie de sala de cine donde se proyectan los sueños. La intención de Sena era que su amigo transmutara su miedo, que de aquello que le había ocurrido aprendiera lo esencial, apartando a los demonios; para ello la oniria de fresno blanco era la más adecuada: minimizaba las pesadillas y las zonas oscuras como el rencor y la culpa e impulsaba los buenos momentos, hasta el punto de acabar agradeciéndolos; y todo esto al modo de los sueños, con un surrealismo y sugestión que roza el sinsentido. Para Sena, que a pesar de ser siempre niña y soportar esa condena con todo lo que conlleva (amores que envejecen o un cuerpo estancado en su desarrollo, además de la poca consideración que los “adultos” prestaban a su opinión), la existencia consistía en elegir siempre en positivo. Pero no solo en una elección o decisión sino en todo su árbol, porque no siempre las cosas salen como te gustaría ni son como tú pensabas y es mejor adaptarse al cambio una y otra vez luchando por construir, no por abandonar o destruir. Y las dos últimas opciones tienen cabida si forman parte del camino a la edificación de la causa. Así tomó ella el aprendizaje de la existencia y quizá por eso una de las frases que más le gusta es esa que dice Praix de que en el color blanco viven todos los colores. La mano que tiene cogida eleva su temperatura y la niña eterna sabe que Jonás está empezado a soñar imbuido por los efectos de la droga, ella sigue cantando la canción en su estrofa final con una cadencia hermosa y soporífera, el vello de los brazos de Jonás se eriza y Sena conoce que su amigo acaba de entrar en el mundo de la oniria. Se aparta con cuidado en busca de unas mantas más gruesas y calientes porque ahora comenzarán los escalofríos y los temblores. El sueño producido por la oniria de fresno blanco suele ser reparador y magnífico para el que lo vive, pero desde fuera para quien contempla ese cuerpo dormido y febril pareciera todo lo contrario: Temblores, espasmos, sudor, cambios de color en la piel desde el rojo casi amoratado hasta el pajizo casi cadáver, murmullos, gritos, tensión mandibular, puños apretados, laxitud extrema… Una abanico de estados y síntomas nada agradables de contemplar.
Praix entra por la puerta seis horas después de haberse ido a descansar, apoya el intento de Sena para ayudar a Jonás mediante el aceite de oniria y la toma de ambas manos. -He de contarte todo lo que sé, yo envié a Jonás a Entremundos a una tarea peligrosa para él, creo que será importante que sepas lo ocurrido-. Praix se sienta junto a ella en el incómodo banco de madera frente al camastro y comienza a relatar su historia:
-Los mensajes, que jamás debieron ocupar este medio, llegaron hasta Járiga a través de los Tubos se Söen...
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